Cuautla, Morelos a 10 de abril de 2010
En este aniversario luctuoso, quiero dirigir unas palabras en el mismo ánimo que el escritor Pedro Miguel, rindió homenaje a Don Benito Juárez García, en el hemiciclo a Juárez el pasado 21 de marzo, en el Distrito Federal.
Apreciado General Emiliano Zapata Salazar:
Caudillo del Sur, aquí nos tiene. Somos mujeres y hombres, jóvenes y viejos, campesinos y obreros, trabajadores todos, mexicanos todos, y orgullosamente, zapatistas todos.
Venimos a saludarle, venimos a rendirle parte de nuestras luchas, de nuestros afanes, de nuestras esperanza, de nuestra terquedad en creer y en luchar por un país más justo, más libre.
Le tenemos buenas y malas noticias. Empezaré por las malas, y con dolor en el corazón tengo que darle cuenta de que ya no está con nosotros un compañero, un camarada excepcional, Armando Mier Merelo, estudioso de las luchas sociales y hombre profundamente comprometido con el pueblo de Morelos, quizás ya haya ido a ponerse a sus órdenes mi general, trátelo bien, pocos como Armando para comprender y difundir las luchas populares de Morelos y del país, se nos murió de repente, apenas en la mañana fue al trabajo y ya por la noche padecimos de su ausencia. Le digo esto porque me nace del corazón, le teníamos confianza y esperanza a nuestro compañero que como usted, no se vendía, ni se rajaba. Y debe usted coincidir con nosotros, de esos ya no hay muchos.
Mi General, lamento leerle esta nota escrita por Francesco Taboada, dice así: ¿Quién era Miguel Ángel Pérez Cázales y porque lo asesinaron? El pasado 31 de octubre, Miguel Pérez Cázales se dirigía a una reunión con el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra para solidarizarse con los presos políticos de Atenco. No llegó a la cita pues fue secuestrado, torturado y asesinado ese mismo día. ¿Cuál fue el crimen de Miguel? defender por la vía legal el Área Natural Protegida del Texcal del proyecto de urbanización impulsado por el gobierno de Marco Adame. En la asamblea del Consejo de Pueblos se llegó a una conclusión: Cuando la oligarquía empresarial y gubernamental no logran corromper a quienes luchan en la legalidad, proceden a la represión y al asesinato.
Otra mala noticia, entrañable General Zapata, es la guerra absurda que el gobierno federal supuestamente libra contra el narcotráfico, muertos y muertos por doquier todos los días en cualquier punto del Estado de Morelos y del país. Colgados, decapitados, quemados, castrados ¿de dónde salieron tan malas entrañas para tanta crueldad? Recordará usted la matazón de inocentes en Tlaltizapan a manos del sanguinario Juvencio Robles, genuino sicario de los terratenientes de aquel entonces. Pero esta que vivimos, es una guerra donde los mexicanos ponemos los muertos, la mayoría son gente del pueblo, este río de sangre es como un tributo al consumo irracional de drogas en el país más rico y narcotizado del mundo.
Calderón, el mismo sujeto que hoy en la mañana fue a mancillar su casa en Anenecuilco, pretende abrir la frontera y el país al ejército gringo, según para que con ello ayuden a su aberrante guerra. Bueno sería que en los bancos de los gringos y los de aquí se detectara quienes son los verdaderos jefes del narco, esos andan de traje y corbata en oficinas de gobierno y de empresas multinacionales.
Pero también tenemos buenas noticias, aquí están los hombres y mujeres que han acompañado al dignísimo pueblo de San Salvador Atenco para exigir con nosotros la libertad de un legitimo hijo suyo y varios de sus compañeros. Habita una celda de tres metros por dos, en el módulo 3 del penal de alta seguridad del Altiplano. Purga una condena de 112 años y seis meses de prisión. Se llama Ignacio del Valle. En su morada no hay noche ni día. La luz está encendida siempre. A veces disfruta de 35 minutos de sol diarios. Le revisan la correspondencia y los mensajes que le llegan. Lo someten a revisiones humillantes. Por su crujía se pasean 10 o 15 vigilantes encapuchados con perros. Le quitan sus escritos y los rompen. No sabe lo que sucede afuera. Puede hablar por teléfono 10 minutos a tarifas altísimas. A menudo, los guardias reducen ese tiempo a sólo siete u ocho minutos.
Cuando sus parientes lo visitan, los custodios se prodigan en los malos tratos. Su padre y su hermano murieron estando él en prisión.
Nunca ha robado ni matado a nadie. No consume drogas ni las vende. No extorsionó a ninguna persona. Es un hombre honesto. Es un luchador social que defiende las tierras de su pueblo. No es delincuente. Sin embargo, comparte prisión con los más peligrosos criminales del país: asesinos, narcotraficantes y secuestradores. Está acusado de los delitos de secuestro, ataques a las vías generales de comunicación y secuestro equiparado. Fue detenido sin orden de aprehensión en una casa de la ciudad de Texcoco, estado de México, a varios kilómetros de distancia de su hogar, en San Salvador Atenco. Su verdadero delito fue protestar para defender a su pueblo; no rendirse.
Aquí están otros mexicanos que han decidido no rendirse, no claudicar, Don Martin Esparza y sus valientes hombres y mujeres del Sindicato Mexicano de Electricistas, que a pesar de que el gobierno espurio ha pretendido dejarlos sin empleo, a pesar de que hace 6 meses no han podido cobrar y por tanto no cuentan con ingresos para sustentar sus hogares, siguen resistiendo en la batalla por la recuperación de LyFC dándonos muestra de lucha y dignidad; están también los maestros de Morelos, que no claudicaron ante la corruptora y ensangrentada Elba Esther Gordillo, los campesinos de Santa Catarina y Tejalpa en su heroica defensa del área natural protegida del Texcal; los bravos y aguerridos compañeros pobladores de Xoxocotla que vencieron con sus manos y piedras la primera ofensiva de la PFP cuando tomaron la carretera en apoyo a los maestros; están habitantes de Alpuyeca; los jóvenes del Pregón y otros jóvenes valientes, orgullo de las nuevas generaciones; los miembros de Consejo y la Unión de Pueblos de Morelos…. Ciudadanos del movimiento obradorista, organizaciones sociales, amigos de México y Morelos, aquí estamos General Emiliano Zapata Salazar, rindiéndole parte, rindiendo el mejor homenaje que usted nos enseño: reivindicar su memoria en nuestro actuar, no traicionar, no vendernos, no claudicar.